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pintura al óleo de lili bernard (2011) emulandola célebre pintura de eugene delacroix "la libertad guiando al pueblo".

Jorge Basadre y la rebelión de los esclavos en Trujillo

Publicado: 2015-12-03

El antecedente más importante de la abolición de la esclavitud por Ramón Castilla en 1854 se remonta a seis años atrás, un 19 de Agosto de 1848 en la ciudad de Trujillo cuando más de un centenar de esclavos se rebelaron y ocuparon la ciudad.

El gran historiador Jorge Basadre Grohmann, en el cuarto tomo de su monumental Historia de la República del Perú (en la edición de El Comercio) dedica algunas líneas a historiar este importante evento.

Un dato más. Si bien es cierto la abolición de la esclavitud en el Perú ocurre antes que en los Estados Unidos y en el Brasil, fue uno de los últimos en Hispanoamérica en llevarse a cabo.

[NOTA: Los corchetes, negritas o subrayados para dirigir a las fuentes mencionadas por Basadre son propios.]

Negro sacando piques [insecto más pequeño que la pulga] .
en las acuarelas de martínez de compañón hacia fines del s. xviii



EL TESTAMENTO LIBERTARIO DE HIPÓLITO BRACAMONTE

En la década de los 1840 hubo algún caso de libertad de esclavos decididos por sus dueños. En sus Anales del departamento de La Libertad, Nicolás Rebaza narra que Hipólito Bracamonte, marqués de Herrera, habiéndole correspondido la mitad de los bienes vinculados a un mayorazgo en su testamento suscrito el 31 de marzo de 1848, dio libertad a todos los esclavos de la hacienda.

LA SUBLEVACIÓN EN CHICAMA Y LA OCUPACIÓN DE TRUJILLO POR LOS ESCLAVOS.

El 19 de agosto de 1848 unos cien o ciento cincuenta esclavos del valle de Chicama se sublevaron y, con el fin de proclamar la libertad de todos los de su condición, se dirigieron a Trujillo, ciudad cuyas puertas les fueron abiertas por los esclavos de la ciudad y otras gentes del pueblo. La fuerza de policía había ido por otra via a luchar contra los rebeldes mientras la ciudad estaba desguarnecida.

Narra Rebaza que cuando el prefecto Freyre se ocupaba en trasladar a su esposa e hijos al monasterio del Carmen, vecino a la casa del Gobierno, llegaron al locutorio donde estaba con la priora los esclavos, armados los más con puñales y dagas “vacones, retacos, sables viejos e instrumentos de labranza”. Freyre tuvo que ir a la Prefectura ocupada por los esclavos; oyó sus quejas, anunció que pondría remedio a ellas pues las leyes prohibían la crueldad con esos infelices; y mandó darles una cantidad de dinero, ascendente a ochocientos o mil pesos que proporcionó la casa del señor Alfonso Gonzáles porque la Tesorería había sido cerrada y el Tesorero estaba prófugo. Rebaza alega haber sido testigo presencial de estas escenas. En apariencia tranquilizados primero los rebeldes, dedicáronse luego algunos de ellos a la embriaguez y quisieron apoderarse del Prefecto. Este, informado de lo que iba a ocurrir, salió de la ciudad y se dirigió al puerto de Huanchaco, donde hizo desembarcar doce hombres que tripulaban una goleta nacional y optó por esperar la llegada de la gendarmería enviada antes a Chicama.

La ocupación de Trujillo por los insurrectos duró días y ellos cayeron en excesos con algunos establecimientos de comercio en la calle de La merced. El vecindario llegó a reunirse y armarse encabezado por el general José María Lizarzaburu; y ocupando los techos de las casas que dominaban plaza, hizo fuego al aire. Amedrentados, los esclavos fugaron en diversas direcciones, muchos de ellos en dirección a la provincia de Santa.

danza de bailanegritos [mientras que otro esclavo cubre al amo]
en las acuarelas de compañón,


LA MANUMISIÓN (O LIBERACIÓN DE ESCLAVOS) POR ALFONSO GONZÁLES PINILLOS

No se siguió el juicio sino a dos cabecillas que fueron un hombre de casta mestizo de apellido Vaca, oriundo de uno de los pueblos del valle de Chicama y un mulato trujillano Olaya, sastre de profesión. Los dos fugaron a la provincia de Santa y fueron capturados en ella debido al interés que en el asunto tomaron los dueños de esclavos en aquella zona. Remitidos a Trujillo, la causa siguió trámites dilatorios. El Congreso de 1851 les otorgó amnistía y fueron puestos en libertad. Los esclavos, presos unos y voluntariamente otros, volvieron a las haciendas. Cuando llegó, acompañado por tropa, el nuevo prefecto, general La Fuente, el orden estaba completamente restablecido.

Las escenas en el locutorio del convento con el prefecto y la priora como figuras centrales dieron lugar a insistentes rumores sardónicos o procaces que Rebaza en sus Anales del departamento de La Libertad combate. Mucha influencia tuvo en la sublevación la prédica que hacía el hacendado, catedrático y vocal de la Corte Superior de Trujillo Alfonso Gonzáles Pinillos a favor del ideal de la manumisión. Gonzáles Pinillos se había educado en Inglaterra y había dado a conocer en la prensa, en opúsculos y en su cátedra de Derecho natural y de gentes, en el Colegio Seminario, su humanitario pensamiento. Compró un fundo, precisamente aquel donde se produjo en agosto de 1848 la revuelta, y se hizo notar por el trato filantrópico a quienes de él dependían.

Poco después, el 1° de febrero de 1851, Gonzáles Pinillos extendió una escritura pública de manumisión y emancipación de las personas contenidas en una lista adjunta, que era la de los trabajadores en sus haciendas de Cajanleque y Nepén, cuyo número era más de trescientos. En el acto de darles la libertad estuvo acompañado por el cajamarquino Toribio Casanova que, algún tiempo antes, en sus exámenes de Derecho, había disertado sobre la injusticia de la esclavitud. Ni Casanova ni Gonzáles Pinillos creían que los amos tenían derecho a la indemnización.

LA FUENTE BIBLIOGRÁFICA:

Estos episodios fueron narrados por Fernando Casós en su novela Los amigos de Elena, condimentados con una gracia de caricatura. El historiador Trujillano Héctor Centurión Vallejo, en su trabajo titulado Esclavitud y manumisión de negros en Trujillo (Trujillo, 1954) ha cotejado el texto de la novela con las partes militares; el informe del coronel Freyre; los comunicados aparecidos en El Comercio; el acta de manumisión de los negros esclavos y el primer libro de acuerdos del Superior Tribunal de La Libertad: y ha comprobado que la versión del novelista obedece a un conocimiento directo, de primera mano, de los sucesos. La proclama de los insurrectos fue escrita por el mismo Fernando Casós y el texto reproducido en Los amigos de Elena coincide con el verdadero. También exhuma el Reglamento de Policía de Trujillo aprobado en 1847 que, entre otras cosas, establecía la obligación de los amos de denunciar la fuga de negros y la facultad de aplicarles seis azotes a los prófugos por cuatro días y de duplicarles la pena por ocho días. El mismo Reglamento prohibía maltratar malamente a los burros y otras bestias de transporte, en la ciudad o en el campo, so pena de seis azotes si fuera esclavo el que lo hiciese.



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